Conversaciones entre copas con Cristina García, cantante y actriz: una simbiosis trágica
Desde las Fiestas de la Vendimia 2025, la joven artista ha actuado de la mano de Lady and The Cats. Con un repertorio de boleros y jazz para la ocasión, reflexiona con ‘La Corahe’ sobre su “suerte” como ‘mocatriz’.

Las Fiestas de la Vendimia 2025 han arrancado en Jerez de la Frontera. Este jueves 4 de septiembre el vino y la música en directo se fusionaban en un perfecto combo en De copa en copa, la cata celebrada en los Claustros de Santo Domingo.
Desde el escenario, la carismática Cristina García se recreaba con una voz fuerte y dinámica, como parte de Lady and The Cats. La actriz y cantante jerezana, actualmente localizada en Madrid, llegaba para crear un ambiente animado donde todo el mundo tarareaba y bailaba al ritmo de sus versiones de Jolene (Dolly Parton), Valerie (Amy Winehouse) y el clásico Je veux (Zaz), entre otros.
Cristina, con una pronta trayectoria desde la Compañía nacional de Teatro Clásico y Teatro de la Zarzuela, siempre lo tuvo claro: dedicarse a las artes dramáticas, aunque el contexto del panorama nacional no lo facilitase.

¿En qué proyectos has trabajado tanto como actriz, como cantante? ¿De dónde partes?
Empecé con 18 años de arte dramático en Sevilla. Siempre he estado cantando, me ha interesado mucho. Fui a Madrid junto a un amigo después de la carrera y me propuso estudiar musical en Madrid.
Estudié en la RESAD de Madrid, en la RESAD, con especialización en interpretación y canto. Luego tuve la suerte de entrar en la zarzuela de Madrid, por medio del proyecto joven Proyecto Zarza. Consiste en hacer zarzuelas de toda la vida, pero adaptadas un poco al mundo más joven.
«He podido compaginar mi pasión, que es el teatro, con el canto».
He llegado a trabajar en cuatro ocasiones en la zarzuela. Me parece precioso y un patrimonio increíble, inagotable, y musicalmente chulísimo. A la vez, fui mejorando en canto y empecé a hacer musicales con una compañía jerezana, que es 156 producciones de Javier Curtido. Empecé con ellos haciendo el Ratón Pérez, que ha estado de gira. Estuvimos en Madrid una temporada, luego hemos estado de gira por toda España, y también hicimos Alicia y el País de las Maravillas. En el musical de Ratón Pérez conocí a los músicos de esta banda. Llevamos la música en directo y he estado 7 años cantando con ellos, haciendo muchas versiones, en inglés, en francés, en español.
He podido compaginar mi pasión, que es el teatro, con el canto. Que me encanta, valga la redundancia, pero que ha venido siempre acompañándome como de otra manera.
Don Gil de las Calzas Verdes, La Alojería, con la compañía de Teatro Clásico, con el teatro de la Zarzuela… ¿Qué viene ahora?
Hace 3 años hice unas pruebas públicas para el Teatro Clásico, donde la compañía contaba con convocatorias jóvenes. En vez de ser contratos para temporadas cortas —como en La Zarzuela—, consistía en dos años y medio de trabajo para 12 personas. Y yo fui una de esos 12 actores, de mil que nos presentamos.
He estado haciendo Teatro Clásico del Siglo de Oro. Lope de Vega, Calderón, Tirso de Molina… Hemos llevado giras, haciendo obras de teatro, aprendiendo del verso, del castellano y del patrimonio teatral español del siglo XVII, que es amplísimo. Cuenta con cosas más actuales de las que nos podemos imaginar y es inagotable, a mí me ha enamorado. Y ahora, a día de hoy, culmino con el concierto de esta noche, por este lado, en esta faceta de cante que llevo por 10 años, porque en septiembre estrenamos en Teatro La Comedia —de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en Madrid— la pieza de Fuenteovejuna de Lope de Vega. Ya no es la Compañía Joven, ya es la Compañía de Teatro Clásico. La pudimos estrenar en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, este último mes de julio. Ese mes también estuve con Dos Gil de las Calzas Verdes, de Tirso de Molina.
Si todo va bien, tendremos una gira nacional.

¿Y con el grupo que vas a cantar hoy, Lady and The Cats? Decías que os conocéis de los tiempos de Ratón Pérez.
Nos hemos presentado como Lady and the Cats. El grupo lleva 10, pero yo he estado con ellos 7, porque paré por la Compañía. Hoy traemos un estilo para amenizar más tranquilito, de jazz, de boleros menos rockera de lo que suele ser el grupo.
Le ponemos incluso hasta otro nombre, porque Lady and the Cats sigue con otras cantantes y otros músicos, con los que también he trabajado, pero sigue por otro lado y lo de hoy es como un sucedáneo, por así decirlo. Vamos con temas que ya hemos tocado y sabemos que va a funcionar muy bien el directo.

¿Habéis actuado en más pueblos y ciudades, o solo aquí?
Nosotros hacemos temporada de verano por Cádiz, pero también Sevilla, Jaén, Granada o en Córdoba.
¿Y cómo has terminado en las Fiesta de la Vendimia? ¿Es la primera vez que actuáis aquí?
No, hace dos o tres años, Belén Roldán, del Consejo Regulador, nos recomendó porque me conocía. Nos dieron una oportunidad y creo que funcionó, porque nos han llamado.

¿Cómo percibes en general el apoyo popular, o bien institucional y local, a la gente joven que apuesta por las artes?
Familiarmente súper bien, creo que se me ha visto siempre un poquito la luz de persona que quería dedicarse a ser mocatriz. A nivel institucional no puedo hablar tampoco con propiedad de cómo está aquí la cosa, pues sería un poco hipócrita por mi parte. Yo me he quitado el medio, estoy en Madrid y llevo 11 años ahí. No creo tener tanto derecho a opinar sobre esto como un artista que esté aquí en Jerez. Tanto como artista o no artista, por ejemplo, con vosotros en periodismo, todo el ámbito cultural en general, arte plástico, audiovisual.
Veo a gente con muy buenas ideas. A veces salen organismos y proyectos que subvencionan, pero luego pasamos muchísimo tiempo en el que no. Veo que se relaciona con el contexto político.
“La época dorada del teatro ha quedado atrás. Creo que tiene que ver por la falta de apoyo político y económico”.
¿Y en Madrid?
Allí hay muchas oportunidades, castings, mucha oferta de teatro. Hay más demanda al ser una ciudad grande y la capital, y hay gente de todos lados. Todos los artistas de mis círculos vienen de cualquier punto de España, menos de Madrid. Trabajando en el teatro clásico he hablado con gente que admite que su época dorada ha quedado atrás. Y quiero creer que también es político, por recortes y falta de apoyo económico.
Como es tan complicada esta profesión, siempre tenemos la etiqueta de que no nos podemos dedicar a esto. Agradecemos mucho cualquier oportunidad. Yo me siento muy agradecida. Ante las temporadas que no tengo trabajo, pienso que, por desgracia, es lo normal. He elegido una profesión donde lo más normalizado es pensar que, por muchos meses, una no trabaja.
Ahora vengo de un volumen de trabajo muy bueno y me siento feliz, pero sé que es temporal. No sé si existiría un mundo en el que al haber más apoyo a la cultura todo el mundo que fuera artista pudiera trabajar. No lo sé, porque venimos de una cultura y una historia que hace 70, 80 años bastaba con que pudieras tener pan para comer. Todavía queda un poquito por recorrer y mejorar.

¿Crees que haya un poco de privatización a la hora de trabajar en esto? Que no sea tan accesible, por así decirlo.
Sí, mi compañera de piso es directora de cine y estudió en una escuela de cine que hay en Madrid. Por la privada, que viene siendo la única manera de tener salidas como director de cine. Cuesta un pastizal. En el teatro dependemos un poquito más de nuestra comunidad, puedes encontrar pequeños grupos y hacer muchas cosas buenas, amateur y otros proyectos. Pero, claro, lograr que eso se pueda transformar en algo más sólido y en tu profesión… Hay mucha privatización, muchas escuelas privadas.
¿Cómo definirías tu estilo musical más propio? ¿Cuáles son tus principales referentes?
Una de mis artistas favoritas es Silvia Pérez Cruz en cuanto a expresividad. Ella bebe mucho de la cultura hispana y de Europa.A mí me encanta la expresividad que tiene en su voz. Cuando iba aprendiendo a cantar, creo que, sin querer, he querido copiar cosas de ella.
Con los boleros me pasa lo mismo. Hay una cosa en las canciones españolas románticas, tienen un pozo muy bonito, como le pasa al flamenco. Lo que pasa es que yo, por desgracia, el flamenco nunca lo he estudiado. Lo conozco de la calle, de escucharlo en casa.
Es pura expresividad y creo que tiene que ver con que yo he estudiado primero arte dramático. Me gusta un estilo que pueda transmitir más, ¿sabes? En todos los sentidos.
Bebo de la canción española, del jazz y del blues americano. Y bueno, con el rock and roll me lo paso súper bien.
“Fuenteovejuna es puro drama, me lo he pasado súper bien porque es muy folclórica, como cuando Rocío Jurado de repente cantaba una canción que para mí era un monólogo, degustando la tragedia”.

Dentro del arte dramático, ¿con qué género te sueles sentir más?
Siempre he dicho que la comedia me encanta, aunque es el género más difícil porque depende de una cuestión de tiempos y de ritmos, de hacer el chiste a tiempo y la correspondiente expresión. La tragedia es más fácil en ese sentido. Vengo de hacer una con Rakel Camacho, en Fuenteovejuna. El pueblo se carga al comendador, y luego les torturan para que confiesen. Es increíble todo el proceso a seguir para generar más impacto en una obra más trágica.
Fuenteovejuna es puro drama, me lo he pasado súper bien porque es muy folclórica, como cuando Rocío Jurado de repente cantaba una canción que para mí era un monólogo, degustando la tragedia.
Es curiosa la forma en la que haces una simbiosis siempre entre la parte musical y la teatral.
Sí, me gusta que haya salido sin querer eso en mí, es más orgánico que haya sido en ese orden. Empecé con teatro y me descubrí por medio del canto.
Autor