Entrevista a sélpide, cantautora: “No se puede hablar de cultura sin hablar de interacción y de comunidad”.
La cantautora andaluza exhibe su música en un museo sonoro donde emociones, recuerdos y referentes construyen su identidad artística.
sélpide es una artista de Algeciras, jerezana de adopción, de perfil multidisciplinar. Ella misma prefiere definirse como una “Barbie”, alguien con muchos empleos a la vez. Principalmente escritora y cantante, acaba de publicar su álbum debut, MoMA (Museum of Misplaced Art), y de presentar el disco en directo por primera vez, el pasado 10 de diciembre, con un concierto en Madrid.
Un disco concebido como un museo sonoro formado por trece piezas: una audioguía de apertura, once espejos con marco dorado y una audioguía de cierre. Un recorrido por palabras, lugares y miradas que no le pertenecen del todo, pero que han acabado construyendo su identidad artística.
MoMA nace después de cinco años de trabajo. ¿Qué versión de ti empezó este museo y cuál lo ha terminado?
sélpide: Lo empezó una versión de mí que no tenía ni la mayoría de las cosas que estoy haciendo ahora, pero que tenía muchas ganas de hacer cosas.
Lo ha terminado una versión mucho más cansada y, quizá, un poco más desesperanzada con el estado del mundo, de la música y de todo en general. A lo mejor suena triste, pero es así.
Al mismo tiempo, es una versión que tiene mucho más claro lo que quiere hacer y que se ha encontrado por el camino. Ha encontrado su voz. Y ha sido guay hacerlo explorando cosas que no soy yo directamente.
Entender un punto común entre las cosas que me han marcado, que me inspiran, la gente a la que admiro o los lugares en los que he vivido me ha ayudado a responder muchas preguntas que tenía sobre mí misma. Eso me ha dado mucha satisfacción.
Sigo siendo yo, pero estoy distinta.
El proyecto es un autorretrato colectivo. ¿Quiénes aparecen reflejados en esas obras además de ti?
sélpide: El disco tiene 13 canciones y 11 de ellas reflejan personas, lugares e historias que no soy yo. Hay una gama muy amplia de referentes.
Algunos son ciudades por las que he pasado o en las que he vivido durante algún periodo de mi vida, como Seúl, Jerez, Sevilla o Avilés. Son lugares donde me he topado con historias, tanto reales como ficticias, que me han marcado.
Entre las ficticias están Percy Jackson, Pokémon y series como Skam, Teen Wolf o Victorious. Cuando hablo de historias reales, me refiero sobre todo a personas.
En concreto, he pensado mucho en artistas que me han resultado muy inspiradores, no tanto a nivel artístico como vital. Lorde es mi mayor referente, y no es ningún secreto.
También grupos de K-pop como Red Velvet o LOONA, que por cosas que han tenido que afrontar en sus carreras me han dado fuerzas para afrontar situaciones de mi propia vida.
El disco se abre cuestionando la originalidad con museum audio guide: steal like an artist. ¿Crees que a tu generación se le exige demasiado ser original?
sélpide: Sí. Creo que hemos llegado a un punto en el que estamos tan saturados de contenido que ya no basta con hacer algo bien. Todo el mundo ha visto muchos ejemplos de cosas bien hechas. Hay que hacer cosas nuevas.
Además, siento que cuando eres mujer se te exige todavía más. Esto me lo dijo mi madre citando a Nia Correia, y me pareció muy acertado. Si eres mujer, parece que tienes que afinarlo todo: llevar un outfit de infarto, estar guapísima y hacerlo todo perfecto. Si eres un hombre, puedes ir hiperzarrapastroso y hacer lo mínimo a nivel vocal sin que pase nada.
Partimos de la base de que la perfección es el estándar. En parte por los avances tecnológicos y por cómo consumimos música ahora. Estamos acostumbrados a vocales perfectamente afinadas, producciones súper profesionales incluso en artistas emergentes, una puesta en escena cuidada y contenido en redes muy profesionalizado.
Eso es el mínimo. Para que alguien se haga un hueco tiene que ofrecer algo extremadamente distinto o llamativo por algo concreto. Y además encasillarse, porque con tanta oferta el mercado y las redes funcionan así.
Creo que esta exigencia constante de originalidad afecta negativamente a propuestas que simplemente quieren hacer lo de siempre, pero hacerlo bien. En mi caso, como tiendo a hacer cosas un poco más raras, no lo vivo como algo negativo, pero entiendo que no es lo ideal.
En MoMA conviven español, inglés y un poco de coreano. También ha sido creado entre distintas ciudades. ¿Cada idioma y cada ciudad activa una parte distinta de tu forma de escribir?
sélpide: Totalmente. Más allá de la relación subjetiva que cada persona tenga con un idioma, solo por la dicción, el peso de los acentos y la sonoridad, ya te condiciona.
Por ejemplo, OOC, que es un reggaetón, en inglés habría sido una mierda de canción. El español es mucho más ágil, más rítmico, se te llena más la boca.
Hay canciones más emocionales, con frases largas y una lírica más densa, como Madison Song o Red Velvet, que en español habrían sido muy bonitas, pero diferentes. Además, cuando te alejas de lo que es más familiar, te da menos vergüenza. En inglés me resulta más fácil abrirme de forma literal y menos metafórica. En español soy más simbólica.
En el caso del coreano, el K-pop trabaja mucho desde la energía del concepto. Muchas veces no se trata de contar una historia concreta, sino de transmitir una idea más ambigua, más vibes. No lo digo como algo negativo.
Ese tipo de canciones también son importantes, sobre todo si te lo quieres pasar bien. Y yo, entre otras cosas, me lo quiero pasar bien. Para eso, el coreano funciona increíble.
Buscar ese equilibrio entre idiomas fue parte de experimentar con MoMA.
En cuanto a las ciudades, siento que cada una tiene un alma muy concreta. Seúl, por ejemplo, la sentí casi como un ángel de la guarda. Notaba mucho su presencia.
Creo que mi personalidad se adapta mucho a la ciudad en la que estoy. En Seúl estuve muy contemplativa, con una nostalgia positiva, muy observadora, tanto de la ciudad como de mí misma. Y siento que eso pasa con todas las ciudades.
Grabaste el álbum en Seúl mientras te formabas como topliner (profesional que escribe canciones sobre una instrumental). ¿Qué aprendiste en Corea que no podrías haber aprendido en España?
sélpide: Desde el principio he enfocado mi carrera desde una perspectiva más global. Cada país tiene su mercado y sus particularidades, pero la industria española es muy distinta a otras que mueven muchos más oyentes, que para mí es importante.
Estar en Corea me ayudó a entender cómo funciona una industria diferente. Cuando sales de lo que dabas por sentado y lo comparas con otro modelo, te das cuenta de que muchas cosas no funcionan igual en todas partes.
En Corea es muy difícil abrirse paso como artista independiente. Incluso abrirse paso como artista, sin más, es complicado si no eres un ídolo. Aun así, entender las herramientas de ese enfoque te abre mucho los ojos.
En España, a nivel promocional y de dirección creativa, muchas veces todo se hace un poco de andar por casa. Hay excepciones claras, como Rosalía, Guitarricadelafuente o Amaia, que trabajan desde una óptica más internacional y con equipos muy grandes detrás.
Dentro del K-pop, en cambio, el estándar es ofrecer una propuesta coherente en lo sonoro, lo visual, el diseño, la promoción y la puesta en escena. Todo está pensado como un conjunto.
Aquí, sin embargo, puedes hacer piña con otros artistas desde el principio, incluso aunque nunca llegues a vivir de ello. En Corea, si no entras como trainee en una compañía, la puerta está cerrada.
Allí la barrera de entrada es literal: una puerta cerrada con llave. Aquí, aunque sea una rendija, existe la posibilidad de intentarlo. Y si no creyésemos que es posible, no lo estaríamos intentando.
Me quedo con que la industria española es más amigable y la coreana está mucho más profesionalizada. Me encantaría encontrar un punto medio entre ambas: mantener esa cercanía sin sacrificar el resultado final.
Creo que se pueden alcanzar estándares muy altos sin explotación ni falta de ética. Y es por eso por lo que quiero apostar.
Girlsgirlsgirls es una carta de amor a las relaciones sáficas en pantalla. ¿Qué nos puedes decir sobre esta canción?
sélpide: No recuerdo exactamente por qué pensé en escribirla, lo cual sería súper guay de contar, pero la verdad es que no me acuerdo. Lo que sí sé es que me frustraba muchísimo que, al crecer, durante muchos años, o no había referentes de relaciones entre chicas en la ficción o, cuando los había, una o las dos acababan muriendo.
O tenían un final muy trágico. Incluso cuando no creo que esa fuera la intención de los creadores de la serie, la película o lo que fuese, el mensaje que se daba era como de castigo divino. Como que habíamos avanzado lo suficiente como sociedad para permitir que dos mujeres se quisieran, pero no para dejar que eso saliera bien.
La idea era un poco pedirle al universo: let my girls kiss girls. No estáis viendo lo bonito que es. No podéis pararlo aunque queráis, así que dejad que ocurra.
Además, me apetecía escribir sobre amor y yo no estaba pasando por ninguna relación amorosa ni nada parecido. Quería homenajear a esas parejas ficticias que más me han hecho sentir cosas, que más me han obsesionado o que más ganas me han dado de tener pareja, de besar a otras chicas y de todo eso.
Entonces me metí en el punto de vista de cada una. En esta canción, cada estrofa habla de una relación distinta y el puente de otra más.
Están Casey y Izzie de Atípico; Sol y Jiwan de Nevertheless, que es un drama coreano; y Chicle y Marceline de Hora de Aventuras, que son, literalmente, las madres de todas las sáficas de nuestra generación.
Y luego hay una referencia a The Children’s Hour, con Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Esa historia acaba fatal. Y es una película que siempre me ha hecho pensar que, si se hubiese rodado hoy, les habrían permitido un final distinto.
Ahí sí que había una intención clara de mostrar un personaje sáfico en pantalla, pero por el Código Hays y la censura de la época tenía que acabar mal. Eso me hizo pensar en cuántas historias se han contado de una forma distinta a como sus autores querían realmente contarlas.
Cuántas historias tienen otros finales que no se pudieron mostrar.
This time I won’t be hanging myself, we’ll be runaways.
Es un ejercicio de imaginar cómo podrían haber acabado esas historias si se les hubiese permitido hacerlo como probablemente querían.
No sé, podría quedarme ocho años hablando de esta canción. Lesbianorra.
Y, por si quedaba alguna duda, soy lesbiana y esta es mi canción de lesbianas y bisexuales.
¿Qué referentes femeninos te han inspirado para crear?
sélpide: Lorde, evidentemente. Es mi artista favorita y, más allá de lo mucho que hablo de ella, siento que haber crecido escuchando su música me ha marcado muchísimo como letrista.
Literalmente, conforme mi cerebro se desarrollaba, los patrones de cómo ordenar palabras los he aprendido de ella. Eso es algo muy físico, muy concreto, que no va a cambiar nunca. Y me hace ilusión.
Luego, Audrey Hepburn me inspira muchísimo. No suelo hablar de esto, pero hace un par de semanas fuimos a Suiza a un concierto de Lorde y obligué a mis amigos a ir a Tolochenaz, que es el pueblo donde está enterrada Audrey Hepburn. Llevamos flores a su tumba y fue muy bonito.
Me parece muy difícil encontrar figuras públicas que sean éticamente tan limpias. Es muy fácil hacer o decir algo problemático a lo largo de una carrera. Evidentemente, Audrey Hepburn habrá hecho cosas cuestionables en su vida, pero a grandes rasgos tiene una vida y una carrera bastante intachables.
Tenía todo a su alcance para no ser buena persona, y aun así lo fue. Eso me emociona porque me hace creer en la humanidad y en que es posible un resultado positivo. Que puedes mantenerte fiel a ti misma, hacer lo que quieres, estar en el centro del foco y aun así rechazarlo si no lo deseas.
Para mí es un ejemplo moral, vital y artístico. Quiero mucho a Audrey Hepburn, esta señora que nunca conocí.
A nivel artístico, Yves de LOONA me inspira mucho como ejemplo de perseverancia. Empezó en un grupo de K-pop que parecía ir bien y luego resultó ser una estafa piramidal, con un contrato trampa y una situación horrible.
Se tomó su tiempo, encontró otra discográfica y planteó una carrera en solitario muy bien pensada y dirigida. Está encontrando su espacio, le está yendo bien y viene de la nada absoluta. Es una heroína de la clase trabajadora y me parece muy inspirador que una chica de mi generación esté construyendo algo así, prácticamente desde cero.
También me inspiran mucho mis amigas y los personajes ficticios. Depende mucho de lo que esté consumiendo en cada momento.
Seré la persona más básica del mundo y diré que llevo viendo Stranger Things desde 2016 y que Nancy y Robin me inspiran un montón. Lydia Martin de Teen Wolf ha sido un pilar enorme para mí. Y Noora de SKAM también.
Creo que esas dos son las que más.
El pasado 10 de diciembre asistimos en la Sala Siroco a tu primer concierto. Antes del espectáculo hubo una exposición en la planta superior. ¿Cuál era su propósito?
sélpide: Como MoMA es un álbum conceptual basado en un museo, cuando empezamos a plantear el concierto coincidió que la Sala Siroco tiene una planta de arriba maravillosa, con un montón de pantallas y muchas posibilidades audiovisuales.
Pensé: “ya que no puedo colgar cuadros, pero sí tengo unas once pantallas, ¿qué me impide extender el concepto a la previa del concierto?” En lugar de tener a la gente esperando en una sala vacía con música, podían leer cartelas que explicasen de qué va cada canción, alternadas con imágenes de las cosas que las han inspirado.
MoMA se supone que es un museo de arte extraviado —extraviado como código de robado, o de arte que está en un sitio en el que no debería estar—. En realidad, cualquier museo lo es, pero eso ya es otra conversación.
La base conceptual es que hay un museo con una serie de espejos. Tú te miras y, dependiendo de quién se mire, el reflejo devuelve una imagen distinta. Para explicar en qué consiste MoMA, lo que hice fue enseñar qué reflejan mis espejos.
Cuando hablo de amistad pienso en Red Velvet, el grupo. Cuando hablo de malas épocas, de nostalgia o de sentirse atascada, pienso en Jerez y en esos veranos que no se acaban nunca. Son temáticas universales a las que todo el mundo puede llegar, pero yo he llegado a ellas a través de ciertos referentes.
Con la exposición quería acercar esos referentes a la gente para que pudieran conectar más fácilmente con las canciones. Acercar esos fantasmas, esos santos, esos referentes que me han ayudado a entender esos temas que seguramente otras personas han entendido a través de cosas distintas.
Esa conceptualización ya está en el disco, pero poder hacer una especie de museo en la vida real era algo que no había pensado que pudiera hacer. Cuando se presentó la ocasión fue un curro bastante desquiciante, porque no solo hicimos visuales para el concierto, sino también para el preconcierto.
Estoy muy contenta. No pensaba que la gente fuera a prestar tanta atención y me hizo muchísima ilusión que todo el mundo comentase que era muy chulo.
También me parecía muy guay empezar cantando arriba. No quería separar el espacio del museo del concierto. Tenía sentido empezar allí. Además, la primera canción habla de estar en un cuarto, en una habitación, y me parecía más íntimo llevar a la gente de la mano: estamos en el cuarto, estamos viendo la pared con las cosas que nos inspiran y ahora vamos a imaginar todo lo que viene después.
El disco funciona como una especie de museo interactivo. ¿Te interesa la cultura como algo que se contempla o como algo que se habita y se discute?
sélpide: Como algo que se habita y se discute. De hecho, es la base conceptual del proyecto.
En la última canción digo: “El tapiz de los fantasmas se teje en nosotros”. No va de mí ni va de ellos. Es imposible hablar de cultura o de cualquier expresión artística de forma unilateral.
Contar una historia implica que alguien la escuche. No puedes contársela a la nada. Cantar una canción implica que alguien la escuche, aunque seas tú misma. En el momento en que la escuchas, ya has salido de ti hacia fuera, y eso cambia el contenido y cómo te llega.
No sé si me explico, pero hay gente que vive en negación con esto. La cultura no es una exposición en PowerPoint. La cultura es una conversación en una mesa.
Es verdad que hay personas que, por la cantidad de gente que las escucha, tienen que hablar con un megáfono y es más difícil recibir feedback. Pero no se puede hablar de cultura sin hablar de interacción y de comunidad, porque esa es su base.
Lo que nos separa de lo que no es humano es que nos comunicamos. Y la comunicación es bilateral. Para mí, el arte es lo que nos hace humanos y lo que nos hace humanos es comunicar. Entonces, el arte es comunicar. Lógica.
Si tu MoMA fuera un museo real, ¿cómo te gustaría que se sintiera la gente cuando saliese de él?
sélpide: Como cuando sales de ver una película y vas sentado detrás en el coche, mirando por la ventanilla. Tardas un rato en volver a tener control total de tu cuerpo porque te has abstraído muchísimo de la realidad.
Has estado pensando cosas, viviendo emociones en primera persona, y luego tienes que hacer las paces con el mundo real otra vez. Esa experiencia te transforma un poco y te deja varios días dándole vueltas.
Me gustaría que pasara eso. Que a la gente le entren ganas de cambiar algo, lo que sea, cualquier cosa que no le esté encajando en su vida. Que al salir del museo piensen que vale la pena intentarlo.
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