Entrevista a Mar Cambrollé: "El pinkwashing es perverso, usan nuestra bandera para lavar crímenes de guerra"

La activista y presidenta de la Federación Plataforma Trans, Mar Cambrollé, reflexiona sobre la situación del colectivo y su vinculación con las manifestaciones en favor de Palestina. “Nosotras estamos aquí porque sabemos lo que es ser torturadas y encarceladas”, señala.

Celebrando la Ley Trans en las escaleras del Congreso de los Diputados. // FUENTE: Federación Plataforma Trans.

Hace cuarenta años, las mujeres no podían votar, abrir una cuenta bancaria o siquiera poner una denuncia. Han avanzado mucho desde entonces, pero aún queda un largo camino. Así lo narra Mar Cambrollé, en reflexión con La Corahe: “El feminismo siempre ha abrazado la diversidad: de mujeres negras, hispanas, indígenas, intersexuales y también de mujeres trans. El verdadero criminal de agresión sigue siendo el patriarcado, no las mujeres trans”.

Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans, lleva décadas luchando por los derechos del colectivo LGTBIQ+. Sigue a pie de cañón desde el 1977, cuando ella fundó ese Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) en la sombra del Franquismo (para quien le suene: lo muestran en Te estoy amando locamente). También, en la posterior Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA)-Sylvia Rivera de 2007. Ahora, reflexiona sobre el discurso de odio que rodea a las personas trans, recién llegada de encabezar las manifestaciones a favor de Palestina en Sevilla, organizadas por el Sindicato de estudiantes.

“Vivimos un momento en el que el colectivo trans, el más vulnerable dentro del LGTBIQ”.

A nivel internacional, figuras políticas como Donald Trump en Estados Unidos, líderes en Reino Unido o Javier Milei en Argentina han impulsado lo que Mar denomina como “una internacional del odio”. Una ofensiva que no solo apunta al colectivo LGTBI en general, sino específicamente al colectivo trans. Trump ha excluido a las personas trans del servicio militar, ha amenazado a familias y profesionales de la salud que atienden a personas trans, ha revocado ayudas y ha intentado revertir cambios legales de nombre ya reconocidos. “Estos ataques no son simples políticas conservadoras: constituyen una forma de transfobia que puede considerarse crimen de lesa humanidad, tal como lo define el Estatuto de Roma, cuando se vulneran los derechos fundamentales de un grupo humano”.

Mar Cambrollé denuncia lo grotesco de ver cómo sectores de la extrema derecha —los mismos que negaban la violencia de género— se apropian ahora del lenguaje feminista para justificar su oposición a los derechos trans. Así, quienes negaban los derechos de las mujeres se presentan hoy como sus supuestos defensores: un discurso que, señala, reproduce los valores más reaccionarios.

La transversalidad del movimiento trans y la empatía con Palestina

La lucha trans no es una lucha aparte, sino una lucha por hacer una sociedad más justa, igualitaria y diversa. La presidenta de la Federación Plataforma Trans lo reclama, en reflexión con el aumento de discursos de odio apoderados desde la extrema derecha, según lo denuncia. 

“Mientras anuncian embargos, tres barcos con armas han pasado por los puertos españoles rumbo a Israel. Es una vergüenza.”

“Nosotras estamos aquí porque sabemos lo que es ser torturadas, perseguidas y encarceladas”, así lo manifiesta Cambrollé. En su discurso se entrelaza la empatía con Palestina: el reconocimiento de las opresiones compartidas y la denuncia del genocidio que el gobierno israelí está cometiendo. Con el punto de mira en Palestina, colectivos LGTBIQ+ señalan que los gobiernos europeos, incluido el español, se limiten a declaraciones vacías en lugar de romper relaciones políticas, económicas y culturales con Israel.

Pinkwashing, ultraderecha y educación

El uso del discurso pro LGTBIQ+ por parte de Israel para lavar su imagen ante el mundo refleja un problema profundo. Mar Cambrollé advierte que el uso de discursos LGTBI por parte de un Estado opresor es profundamente peligroso

Se refiere a su participación en manifestaciones recientes y conecta la lucha trans con el internacionalismo y la denuncia del genocidio en Palestina. Critica duramente la estrategia de “pinkwashing” de Israel, que utiliza la bandera LGTBI para lavar su imagen internacional mientras niega derechos básicos dentro de su propio territorio.

“Israel se presenta como un paraíso LGTBI, pero no permite el matrimonio igualitario ni garantiza derechos a las personas trans.”

Rechaza que se use el orgullo para encubrir crímenes de guerra y recuerda que el colectivo trans sabe bien lo que es la persecución y el exterminio. A su memoria, llegan todos los asesinatos de mujeres trans en el mundo, a menudo silenciadas y sin generar alarma social.

Subraya que es esencial que el colectivo sepa de dónde viene para poder valorar lo conquistado y continuar avanzando. Las estrategias de la reacción, recuerda Cambrollé, son sutiles, incluso en el lenguaje. Subraya que la educación es clave para transformar la sociedad y combatir la violencia y el odio: “Las leyes son necesarias, pero la educación es lo que configura los valores. Una sociedad educada en el respeto es un dique de contención contra la ultraderecha.”

Mar Cambrollé
Manifestación convocada por el Sindicato de Estudiantes. // FUENTE: ATA-Sylvia Rivera

Palestina, genocidio y responsabilidad política

Las guerras y las crisis siempre golpean con más dureza a las mujeres, niñas y personas LGTBIQ+. Mar Cambrollé describe con crudeza el sufrimiento del pueblo palestino y califica la ofensiva israelí como lo que es: “Atacan a niñas y niños para impedir que haya vida futura. Es un exterminio y un holocausto.”

Con emoción contenida en su voz, Mar Cambrollé hace alusión a los testimonios de activistas torturadas y humilladas por las fuerzas israelíes. La activista también recuerda los vídeos recientes de prisioneros palestinos encapuchados y torturados por soldados israelíes. Relata el caso de Greta, la joven activista golpeada, arrastrada y humillada, obligada a beber agua contaminada y a besar a sus agresores. Denuncia que mientras España anuncia embargos simbólicos, siguen saliendo barcos con armas hacia Israel, tres solo en la última semana. Exige coherencia y acción inmediata.

“Esto es un crimen de Estado. España debe dejar de enviar armas a un gobierno genocida.”

Llama al gobierno español a dejar los “titulares vacíos” y actuar de verdad: imponer un embargo total de armas y llevar a Netanyahu ante la Corte Penal Internacional. Mar Cambrollé exige medidas contundentes: ruptura total, política, económica y cultural con Israel, y el enjuiciamiento de Netanyahu ante la Corte Penal Internacional. Pide que Europa deje de ser “la criada de Estados Unidos” y actúe en defensa de la dignidad y los derechos humanos.

“Europa debe levantarse. No podemos seguir siendo cómplices de un genocidio. Hay que parar en seco a estos Hitler de nuestro tiempo.”

En los territorios ocupados, afirma, no hay ningún tipo de amparo legal para nadie, ni siquiera para el derecho más básico: respirar o tener un trozo de pan.

Mar Cambrollé

El impacto de los discursos transfóbicos en la Ley Trans

Frente a los avances reales de la Ley Trans, Mar Cambrollé es tajante: “La ley trans, a pesar del PSOE, se la tuvimos que arrancar nuestros colectivos.” Relata que fueron los movimientos sociales quienes impulsaron el proceso, combinando movilizaciones en la calle con un enorme trabajo pedagógico y político para lograr un consenso amplio dentro del arco parlamentario progresista.

Según cuenta, más del 80% de la sociedad española apoya los derechos trans, y las mujeres son el grupo que más respalda la ley, según estudios recientes. Por eso, acusa a ciertos sectores que hablan “en nombre de las mujeres” de arrogarse una representatividad que no les corresponde. Señala directamente a figuras vinculadas al PSOE, como Ángeles Álvarez, Amelia Valcárcel, Carmen Calvo o Isabel García, a quienes responsabiliza de haber impulsado una corriente transfóbica institucional desde posiciones de poder.

“Hablan como caudillas dictatoriales, en nombre de un número muy reducido de mujeres que han tenido el privilegio de tener un altavoz.”

La activista sostiene que estas voces, aunque minoritarias dentro del feminismo, han tenido influencia desproporcionada en las decisiones políticas. Han recortado la ley hasta dejar fuera derechos fundamentales, como el reconocimiento legal de las personas no binarias o la reparación histórica a las mujeres trans perseguidas durante el franquismo.

El incumplimiento ministerial y la precariedad trans 

Desde la Federación Plataforma Trans, la activista denuncia el incumplimiento sistemático de la ley por parte del propio gobierno, particularmente del Ministerio del Interior, que debía haber desarrollado una reglamentación específica en el plazo de un año. “Ya van casi tres y seguimos esperando”, lamenta. Esa demora, dice, impide que muchas personas trans migrantes puedan actualizar sus datos en los documentos oficiales. También subraya que las sanciones administrativas contempladas en la ley nunca se han aplicado, a pesar del aumento de agresiones transfóbicas. Critica la pasividad del Ministerio Fiscal, al que acusa de mirar hacia otro lado ante los discursos de odio.

“Es triste decirlo, pero la única vez que el Estado nos sacó de las esquinas fue en los mundiales del 82, y fue con redadas policiales para limpiar las calles de escoria.”

Mar Cambrollé también denuncia que Sanidad, Trabajo e Interior están incumpliendo de manera flagrante la ley. Explica que el colectivo ha solicitado, en dos ocasiones formales, reunirse con la ministra de Sanidad para abordar el incumplimiento de las leyes autonómicas y estatales en materia de salud trans, pero no han obtenido respuesta. Asimismo, apunta a la falta de ejecución del protocolo laboral LGTBI que debía aplicarse en empresas con más de 50 trabajadores. Esto incluía un acompañamiento específico para personas trans, que hasta hoy no se ha implementado.

Resiliencia, juventud y lucha

Mar Cambrollé reivindica la fuerza transformadora de su generación. A pesar del rechazo y el castigo social, consiguieron cambiar una sociedad que no logró cambiarles. Relata cómo pasaron del castigo familiar al abrazo, de las aulas hostiles a las aulas con protocolos de protección, y de las esquinas a las universidades. Esa revolución cultural, dice, no vino de las políticas públicas, sino del activismo: “Hemos sacado a las jóvenes de las esquinas y las hemos llevado a las universidades.”

Recuerda las manifestaciones recientes, cargadas de represalias y cargas policiales, y las que aún quedan por convocar, en favor a Palestina, donde miles de jóvenes salieron a las calles en huelga. Esa movilización, afirma Mar Cambrollé, le recordó su propia juventud, cuando en 1978 salió a protestar contra las leyes represivas del franquismo. “A la juventud le digo: organización y resistencia. Si ellos no cambian esta sociedad, la cambiaremos nosotras.”

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